En un rincón oscuro, atravieso un pasadizo que desconozco, el pasadizo de la luz, y que una puerta aguarda para mi con el fin de atravesarla y así comenzar mi aventura de mi primera regresión.
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Capítulo I: El Pasadizo de la Luz
Como un viajero de mundos ocultos, me vi atrapado en un pasadizo largo y estrecho. Cada paso resonaba en la penumbra, como si el propio pasillo latiera al ritmo de mi corazón acelerado. La puerta al final del camino, antigua y desgastada por el tiempo, parecía avisarme de advertencias.
Mis manos temblorosas giraron el pomo, y la puerta se abrió con mucho silencio. Descendí nueve escaleras, cada escalón hundiéndose bajo mis pies como si me llevara a las profundidades de mi propia alma. La oscuridad se espesaba, y mi miedo aumentaba no por el lugar en sí, sino por lo que pudiera allí encontrarme, sintiéndome con una extraña anticipación que me envolvía.
Al llegar al último escalón, otra puerta se alzó ante mí. Sin dudar ni un instante, la abrí y la oscuridad se disipó repentinamente. Me encontré en un espacio bañado por una luz cegadora, pero no era una luz exterior. Era yo mismo quien la irradiaba. Mi cuerpo no era visible, pero sentía como mi esencia brillaba como un faro en la noche, revelando los rincones ocultos de mi ser.
¿Qué significaba esta luz? ¿Era la manifestación de mi verdadera naturaleza? ¿Era acaso un reflejo de mi alma? ¿Acaso yo mismo era la llave para desvelar los misterios de aquel lugar? ¿Qué me iba a encontrar? Las preguntas se agolpaban en mi mente mientras continuaba mi travesía por este mundo entre mundos 🌟✨
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Capítulo II: La Calavera del Destino
En ese preciso instante, una calavera emergió ante mí, con sus cuencas vacías fijadas en mi.
La inquietante mirada de aquel cráneo ancestral parecía traspasar los límites de la realidad. ¿Qué mensaje oculto portaba? ¿Era acaso un umbral, un punto de no retorno en mi viaje a través de los velos del tiempo y la conciencia?
Investigué su significado. La calavera, símbolo universal de la muerte, también encerraba secretos más profundos. Era la personificación de la transformación y la renovación. En su vacío, yacía la promesa de un renacimiento, una metamorfosis que trascendía la carne y los huesos.
¿Estaba destinado a renacer de alguna manera? ¿Debía dejar atrás mi antiguo yo para abrazar una nueva forma de existencia? Las preguntas se agolparon en mi mente, como las sombras que danzan en la penumbra. La calavera, testigo silencioso de los ciclos eternos, no ofrecía respuestas concretas. Solo me instaba a seguir adelante, a explorar los abismos de mi propia alma.
Así, con la calavera como guía, continué mi viaje, sabiendo que cada paso me acercaba a la verdad oculta tras los velos del tiempo y la memoria. 🌑💀🌟
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Capítulo III: La Corriente de Aire
Una corriente de aire, invisible y misteriosa, me envolvió como un abrazo. No sentí desagrado, sino más bien una mezcla de asombro y temor.
¿Hacia dónde me llevaba? ¿Qué secretos ocultaba en su flujo incesante?
Notaba como flotaba en el aire, sin poder ver nada salvo mi propia luz mientras la corriente me arrastraba sin esfuerzo como si fuera una hoja en el viento.
¿Era este un camino hacia lo desconocido o una senda que ya había recorrido en algún otro tiempo?
Las preguntas se multiplicaban, como las hojas que danzan en el otoño. ¿Hacia dónde me llevaba? ¿Qué secretos ocultaba en su flujo invisible? ¿Acaso esta corriente era un puente entre mundos? ¿O un río de memorias olvidadas?
Me dejé llevar, confiando en que el viento me conduciría hacia alguna revelación.
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Capítulo IV: El Bosque de los Árboles Susurrantes
La corriente me depositó en un bosque de árboles majestuosos, tan altos que sus copas se perdían en la oscuridad. Sus troncos, robustos y centenarios, parecían columnas que sostenían el techo verde del mundo. Las ramas se mecían al viento, como brazos que danzan en una antigua ceremonia. El sonido que producían, un suave susurro, resonaba en mi alma.
¿Qué guardaban estos árboles en su silencio? ¿Qué historias habían presenciado a lo largo de los siglos? Quizás guarden memorias de amores perdidos, batallas olvidadas y estaciones que se repetían sin cesar. ¿Acaso sus hojas habían sido testigos de juramentos de lealtad, de risas de niños, de lágrimas de despedida?
Me dejé fluir entre los árboles en aquel bosque sin fin, sintiendo la energía que emanaba de la tierra.
Me detuve ante un árbol cualquiera, y sentía como los demás árboles susurraban con su mecer de sus ramas llevadas por las corrientes de aire . ¿Serían advertencias? ¿Quizás fueran consejos y que yo no lograba entender? Aunque no lograse descifrar, me sentí que formaba parte de algo más grande. Como si sus raíces se entrelazaran con las mías, como si sus hojas me acariciaran el alma. Todo era hermoso y aterrador al mismo tiempo.
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Capítulo V: El Fuego Misterioso
De repente, todo desapareció, y ante mí, un fuego ardía sin consumir. No sentí calor ni dolor, pero el miedo persistía como una sombra.
¿Era este el juicio final? ¿Debía enfrentar mis propios demonios en las llamas? Aunque no quemaban mi piel, sí sentía como si mi alma ardiera. ¿Qué secretos ocultaba este fuego? ¿Era acaso una prueba, o quizás una condena por mis acciones pasadas?
Me sumergí en las llamas, dejando que su calor me envolviera.
¿Con qué me encontraría? ¿Redención o perdición? Solo el fuego lo sabía, y seguí hacia delante sin importar las consecuencias, pese a que el miedo persistía.
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Capítulo VI: El Ciervo de los Miedos
El fuego se desvaneció, y el bosque me recibió nuevamente con un enorme ciervo de cornamenta majestuosa frente a mi. Sus ojos profundos me observaban sin temor, y aunque no había razón para temerle, sentía una extraña conexión con él. Percibía su miedo como si compartiéramos una inquietud común.
El ciervo permanecía inmóvil, pero su mirada seguía fijada en mí. Sin pensarlo, me fundí con él, y nuestras conciencias se entrelazaron. Juntos, corrimos entre los árboles como una sola entidad. ¿Era este el camino hacia la verdad? ¿Era este el camino hacia las respuestas que anhelaba encontrar?
La oscuridad del bosque parecía abrazarnos, susurros de hojas y ramas crujían bajo nuestros pies mientras avanzábamos. El ciervo no era solo un animal; era un guardián de secretos pasados, un puente entre nuestros mundos. Sus ojos, profundos como pozos sin fondo, contenían historias que se remontaban a tiempos inmemoriales.
A medida que nos adentrábamos más en la espesura, los árboles se cerraban sobre nosotros. El aire estaba cargado de misterio y energía. El ciervo y yo éramos uno, compartiendo pensamientos y emociones sin necesidad de palabras.
¿Qué buscaba en este bosque? ¿Qué respuestas esperaba encontrar? El ciervo parecía saberlo, guiándome hacia lugares donde la realidad se desdibujaba. A veces, vislumbraba sombras danzantes entre los troncos, como si fueran recuerdos olvidados o sueños rotos.
¿Era este el umbral hacia otro mundo? ¿O simplemente una ilusión creada por mi mente inquieta y llena de miedos? El ciervo no juzgaba; solo me instaba a seguir adelante, sin importarme si todo aquello era realidad o un sueño. Lo único que me importaba era la búsqueda, la sed de conocimiento y, por qué no, respuestas a todos mis miedos.
El fuego se desvaneció, y el bosque me recibió nuevamente con un enorme ciervo de cornamenta majestuosa y que me observaba con ojos profundos. No le temía, tampoco él a mi, pero sí sentía una extraña conexión con él, percibiendo su miedo como si compartiéramos una inquietud.
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Capítulo VII: La Muerte del Ciervo
De repente, salí de la forma del ciervo, viéndole postrado en la tierra, inerte yaciendo.
¿Por qué? ¿Qué significaba su muerte? Las preguntas se agolparon en mi mente. El miedo persistía, como una sombra que se negaba a desvanecerse.
El ciervo, majestuoso y vulnerable, había compartido su ser conmigo. ¿Acaso su muerte era un acto de liberación, o un tributo a algo más grande? Sus ojos, ahora vidriosos, guardaban secretos que no podía descifrar. ¿Había sido un guía, quizás un mensajero en este viaje, o habría algo más y que yo desconozca?
Quizás el sacrificio del ciervo era parte de un ciclo mayor, un baile de vida y muerte. O tal vez su destino estaba entrelazado con el mío de una manera que aún no comprendía.
Al final, me dejó clara una certeza que permanece en mi: su presencia había dejado una huella imborrable en mi corazón, como una llama que arde en la oscuridad.
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Capítulo VIII: La Montaña del Vértigo
Dejando al ciervo tras de mi, me giré y vi una montaña escarpada que se alzaba ante mí como un titán de piedra.
Escalé sus paredes inertes, ni sus rocas ni sus grietas eran un problema en mi ascenso, aunque el vértigo mezclado con el miedo me abrazaba, pero también tenía la certeza de que algo importante me aguardaba al final del camino, y por ello continué.
Alcanzar el punto más alto no fue ninguna dificultad. Lo difícil era seguir adelante, y para ello debía saltar pese a mi miedo a las alturas.
Tenía claro que era seguir adelante, o retroceder, pero no había llegado hasta allí para volver atrás, porque para algo había llegado hasta allí, así que decidí saltar sin freno alguno, con el corazón latiendo en mis oídos, entregándome al abrazo del vacío.
¿Era este el fin? ¿O un nuevo comienzo?
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Capítulo IX: La Puerta de Regreso
Sobreviví a la caída, recibiéndome aquel duro y sólido suelo, sin ningún sonido ni estruendo. El vértigo se desvaneció, pero el miedo persistía como un eco lejano.
¿Qué había aprendido en este salto? ¿Quién era yo realmente?
La puerta, antigua y gastada, aguardaba mi regreso. Pero antes de atravesarla, me detuve. Las respuestas no estaban en el otro lado; estaban dentro de mí.
Había enfrentado sombras y luces, desafíos y revelaciones. ¿Era acaso un nuevo comienzo o una continuación de un antiguo camino?
Con el corazón latiendo en mi pecho, atravesé la puerta.
La realidad me envolvió poco a poco, pero algo había cambiado.
Quizás no tenía todas las respuestas, pero ahora sabía que el viaje nunca terminaba. Y así, con el misterio como compañero, continué mi camino en este mundo y más allá.
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¿Mis conclusiones?
Me hice varias preguntas y a cada una de ellas doy con varias posibles respuestas:
¿Qué significado tiene la luz que emano en el pasadizo?
La luz que irradio representa mi esencia, mi verdadero ser. En este viaje, pude descubrir partes ocultas de mi mismo.
¿Por qué aparece la calavera?
La calavera simboliza la muerte y la transformación. Es un recordatorio de que debo dejar atrás lo antiguo, lo pasado, para así renacer.
¿Hacia dónde me lleva la corriente?
La corriente representa el flujo de la vida. No debo temer; he de seguir su curso y descubrir nuevos horizontes.
¿Qué secretos guardan los árboles?
Los árboles son testigos silenciosos de historias ancestrales. Debo escuchar sus susurros para encontrar respuestas.
¿Por qué enfrento el fuego sin quemarme?
El fuego es una prueba. Esto me hace ver que, ante ciertas situaciones, debo atreverme a adentrarme en lo desconocido sin temor al dolor (o al fracaso).
¿Qué representa el ciervo?
El ciervo es mi guía. Su miedo oculta una verdad que debo descubrir.
¿Por qué muere el ciervo?
Su sacrificio simboliza la liberación de mis propios miedos. La muerte es solo un paso hacia la transformación.
¿Qué aprendí al saltar al vacío?
La montaña es mi desafío personal. La caída me enseña que el miedo y el vértigo son parte del viaje.
¿Qué me aguarda al atravesar la puerta?
La realidad me esperaba, pero ahora puedo verme y sentirme diferente. He explorado mis sombras y luces, pero a su vez me formula una gran pregunta: ¿quién soy realmente?
La respuesta a esta pregunta reside en lo más profundo de mi propio ser. Soy la suma de mis experiencias, mis miedos y mis anhelos. Soy la luz que ilumina los rincones oscuros y la sombra que se esconde en los recovecos. Soy el explorador de mundos internos, el que se atreve a saltar al vacío y descubrir lo inexplorado.
Soy un enigma, una constelación de estrellas que forman mi historia única.
En verdad no puedo decir quién soy con certeza, pero puedo seguir explorando, a seguir buscando respuestas en los pasadizos secretos de propia alma. ¿Quién soy realmente? Solo yo podré desvelar ese misterio 😁🌟✨
Enhorabuena, eres un gran buscador! Encontrarás todo lo que quieras y necesites, seguro.
Muchísimas gracias, Montse!!! Se agradece que alguien me lea este tipo de «relatos» o llamémoslo como queramos, y me comenten!!
Un fuerte abrazo para ti!!!!