El Mito del Calcio en los Lácteos

Hoy existe, amparado por informaciones no del todo completas y fidedignas que aparecen en los medios de comunicación, la obsesión por la pérdida de calcio y el miedo a la osteoporosis que es su efecto más cercano. Para ello se aconseja exhaustivamente tomar calcio, en la leche, quesos, yogures, etc., enriquecidos además, con calcio añadido (es curioso, los alimentos procesados, impiden por su alto contenido de fosfatos en forma de amortizantes, estabilizantes, acondicionadores de masa, acidificantes, saborizantes, etc., etc. etc., la absorción del poquisimo calcio que queda después de los cambios que sufren, para hacerlos «no peligrosos» para la salud (¿¿??)).

Pero se olvidan de algo muy importante: Administrar solo calcio es erróneo, ya que este, para su correcta absorción por los huesos, necesita de otros minerales como son el magnesio, boro, cinc, manganeso, etc., sin ellos, no solo el calcio no es absorbido por los huesos en su totalidad (muy pequeña parte), sino que el mineral sobrante deambula por nuestro organismo, intentando encontrar zonas debilitadas e inflamadas que necesitan un «remiendo» de calcio de emergencia y se depositan allí, principalmente en los vasos sanguíneos del cerebro y del corazón originando endurecimientos y calcificaciones, que por ejemplo dan origen a los vasos sanguíneos arteroscleroticos.

Además, algunos medicamentos diuréticos o cantidades excesivas de vit. C, pueden originar perdidas excesivas de calcio por la orina. Y también, siendo el calcio uno de los compensadores del equilibrio de la sangre, cuando esta se acidifica, necesita compensación, para ello el organismo roba el calcio anteriormente asimilado a los huesos. ¿Cómo se acidifica la sangre? Pues consumiendo una dieta rica en aminoácidos (carne), refrescos, azúcar, café, productos refinados, tabaco, etc.

Un déficit de calcio se corrige suministrando mejor magnesio que calcio, ya que el primero favorece la asimilación de la vit. D, indispensable para que el calcio atraviese la pared intestinal.

Es aconsejable aumentar el consumo de verduras de hoja verde (brécol, perejil, berros, ortigas, repollo, grelos, diente de león, berzas), ricas en magnesio y calcio (Cereales integrales), ricos en magnesio (Algas marinas: una cucharada sopera de algas iziki cocidas tienen tres veces más calcio que un vaso de leche). Todos estos alimentos, además del calcio contienen muchos de los otros minerales necesarios, con lo cual su asimilación es mas fácil y correcta.

Los lácteos son por norma general una de las principales fuentes de calcio que solemos consumir para conseguir las cantidades que el cuerpo necesita. Es cierto que este tipo de alimentos contiene altas cantidades de este mineral, pero también en su composición lleva otros nutrientes como las proteínas que son inhibidoras del calcio. Un exceso de proteínas en la dieta hará que el organismo libere sustancias ácidas que simplemente se combaten por la acción del calcio, que se acaba destruyendo y con ello menguando los niveles que tiene el organismo.

Por este motivo tenemos otras opciones a la hora de conseguir las cantidades de calcio que el cuerpo necesita. Los vegetales son alimentos que no deben faltar en nuestra dieta, ya que muchos de ellos contienen muchas más cantidades de calcio que la propia leche. En este caso eludimos el riesgo que las proteínas suponen a la hora de que el cuerpo asimile todo el calcio que necesita. Pero no todo lo que reluce es oro, sino que en los alimentos de origen vegetal suelen estar presentes unas sustancias encargadas de inhibir el calcio como son los fitatos y los oxalatos que reducen, aunque no impiden la absorción del calcio. Pero a pesar de todo como las cantidades que consumimos son elevadas, conseguiremos los requerimientos que el organismo necesita de estas sustancias.

Es importante que tengamos esto en cuenta, ya que el calcio es una sustancia necesaria e importante en nuestra dieta y sobre todo en el correcto funcionamiento del organismo. Por ello debemos cuidar la alimentación, y más a medida que pasa el tiempo, pues nuestros huesos tienden a perder sus reservas de calcio y a debilitarse si no les damos lo que necesitan.

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