Aspartamo, sacarina, sucralosa, neotame… ¿Cuál es el edulcorante artificial más saludable?
Por razones obvias, el consumo de edulcorantes artificiales tanto por la industria alimentaria como directamente por los consumidores ha aumentado de manera espectacular durante los últimos años, pese a las numerosos claroscuros que planean sobre algunos de ellos. Primero la sacarina, después el aspartamo y recientemente la sucralosa han sido sospechosos de ser nocivos para la salud en distinto grado, pero ninguno de los estudios en los que se han basado estas sospechas ha sido hasta el momento considerado tan concluyente como para que los distintos organismos que velan por la seguridad de los alimentos y la salud prohíba alguno de ellos.
¿Cuál es el edulcorante artificial más saludable?
La postura de la OMS al respecto es bastante confusa (vamos, su tónica general en los últimos años, no olvidemos que a día de hoy no ha reconocido, pese al peso de todas las evidencias, que el coronavirus se transmite vía aerosoles). En 2019 encargó un informe una de cuyas conclusiones fue que no existían evidencias sólidas de que estos compuestos no calóricos (o bajos en calorías) tuvieran efectos beneficiosos en la salud más allá de una ligera pérdida de peso. Pero afirmar que algo no tiene beneficios no es sinónimo de decir que algo tiene perjuicios…
En un plano casi surrealista, de hecho, los autores del mencionado estudio (encargado al Instituto para la Evidencia en Medicina de la Universidad de Friburgo, en Alemania) llegaban a afirmar que las comidas sin edulcorar y el agua eran los mejores sustitutos del azúcar. Una lógica, desde luego, aplastante.
En cualquier caso, el autor del estudio, Joerg J. Meerpohlel afirmaba en una entrevista que «tampoco tenemos pruebas consistentes de impactos negativos destacables para la salud» refieriéndose a los edulcorantes artificiales. Nos quedamos con eso.
QUE ALGUIEN ENCIENDA LA LUZ, POR FAVOR
Y mientras tanto, los estudios se suceden. Uno de ellos afirma que la sacarina genera más dependencia que la cocaína. Otro, publicado por publicado por el Instituto Federal Alemán para la Valoración de Riesgos (BfR), que la sucralosa es nociva si se calienta entre los 120ºC y los 150ºC (de hecho, a día de hoy la institución alemana recomienda no calentar las comidas con sucralosa a temperaturas de fritura u horneado. Vamos, que no hagas bizcochos con sucralosa).
Así las cosas, ¿cuál es el edulcorante artificial que nos da más seguridad? Pues, de momento, el aspartamo.
Sí, pese a su mala prensa, o precisamente gracias a ella (ya que condujo a realizar numerosas investigaciones en torno a su seguridad) el aspartamo tiene una singularidad que lo hace inocuo. Pese a ser artificial, al ingerirlo se descompone en dos aminoácidos ‘naturales’: el ácido aspártico y la fenilalanina. Tan solo las personas que no pueden ingerior fenilalanina debido a sufrir fenilcetonuria deberían abstenerse de ingerir este edulcorante.
NATURALES A LA ZAGA
También, al menos de momento, han demostrado su inocuidad, el xilitol y la estevia, aunque en este caso se trata de productos de origen natural. El primero, además, es un azúcar que ha demostrado ser un una sustancia muy efectiva contra las caries dentales, razón por la que está presente en muchos chicles y cremas dentífricas. Por su parte, el sorbitol, que se extrae de la sacarosa, es una sustancia presente en numerosas frutas y cuyo efecto más nocivo es el laxante. Pero vamos, que si te comes un kilo de peras te va a parecer algo similar.
Por último, el neotame, quizás el más desconocido de todos los edulcorantes artificiales, 300 veces más dulce que el aspartamo, aprobado por la FDA estadounidense en 2002 y por la Comisión Europea en 2009 y que ha sido objeto de un sinfín de investigaciones. En realidad se trata de una variación del aspartamo. El neotame se metaboliza rápidamente, produciendo metanol (en cantidades inferiores a las que produce la metabolización de muchas frutas), el cuerpo lo elimina por completo y dada su altísima su capacidad endulzante, las cantidades que se utilizan son mínimas. A diferencia de la sucralosa, parece que las altas temperaturas no afectan a su estructura molecular, otra ventaja.