¿Tienes el pie abierto?

Primero de todo, debo decir que el término pie abierto NO corresponde a ninguna patología en concreto. Es decir, en terminología médica no existe nada con este nombre.

 

Comúnmente se denomina «pie abierto» a un dolor inespecífico en la zona delantera del pie (empeine o antepié). Lo denominamos «inespecífico» porque el que lo sufre no es capaz de identificar exactamente donde se sitúa el dolor, sino que es toda una amplia zona la dolorida.

 

En el empeine tenemos cinco huesos, el escafoides, la primera cuña, la segunda cuña, la tercera cuña y el cuboides. Aquí podéis ver alguna información complementaria sobre el dolor en el empeine. Mientras que en la zona delantera del pie (antepié) existen cinco huesos metatarsianos, y sus cinco dedos (y sus 14 huesos).

 

Por lo tanto tenemos una zona (empeine y antepié) con 24 huesos, decenas de ligamentos, pequeños (muy pequeños) músculos, decenas de tendones y finos nervios. Hemos de decir que el dolor es más frecuente en la zona metatarsal.

 

¿Qué síntomas tiene el pie abierto?

En general llamamos «pie abierto» cuando tenemos un dolor inespecífico (ya hemos hablado antes de él), y una sensación en la que nos parece que el empeine o el antepié se ensancha. El dolor es de tipo mecánico, es decir, aparece cuando llevamos un rato caminando y desaparece casi por completo con el reposo.

Este dolor y sensación de ensanchamiento se produce por la distensión de los pequeños ligamentos que unen la infinidad de huesos de la zona, y puede estar provocado por la debilidad de la musculatura intrínseca del pie. Esta musculatura son unos pequeños músculos, que se originan e insertan en el pie. Pues bien, cuando esos músculos están debilitados, principalmente por estar atrofiados (y hartos de estar encerrados en un calzado estrecho, de tacón más o menos alto) y sin dejarles hacer su función, provoca que al caminar, estos huesos se hundan y movilicen más de lo normal y se ocasiona el dolor.

 

 

¿Cuál es el tratamiento del pie abierto?

Como el problema principal es el de la debilidad muscular, el primer foco de atención será ese. Deberíamos dejar de usar zapato estrecho, con tacón alto y empezar a ejercitar los músculos propios del pie. ¿Cómo hacerlo? Pues andando en casa descalzo (aunque al principio pueda ser doloroso), y haciendo ejercicios de potenciación (intentar coger una toalla con los dedos de los pies y levantarla). Aunque pueda ser costoso al principio, con el tiempo lo conseguiremos y podremos dar paso a otro tipo de ejercicios (más difíciles), como coger un lápiz, una canica con los pies, etc. Con esta potenciación de la musculatura intrínseca del pie, conseguiremos que se haga la función de un correcto sostén y movimiento de las estructuras afectadas.

 

Si los primeros días de notar el dolor del pie abierto no podemos iniciar estos ejercicios podemos emplear un vendaje o banda elástica que ayude a “estrechar” nuestro pie. De este modo, sólo conseguimos poner remedio temporal al pie abierto, pero conseguiremos paliar este dolor. Tras la remisión del dolor más acusado, deberíamos empezar con la realización de los ejercicios de potenciación. Si los ejercicios no fueran efectivos, el podólogo podría hacernos un estudio completo de la pisada, y determinar qué tipo de tratamiento ayudaría a mitigar el dolor.

AUTOR: Alfonso Martínez Nova.

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