La adecuada ingesta diaria de energía debe ser la cantidad necesaria para mantener los procesos energéticamente desfavorables que constituyen la vida de los seres vivos, que son la mayor parte.
Algunos de ellos son indispensables para la vida y se desarrollan de forma inconsciente e involuntaria; la energía que se destina a cubrirlos y asegurarlos se denomina Metabolismo Basal (MB) o Gasto Energético en Reposo (GER). Satisface el gasto energético del organismo en reposo e incluye las necesidades del cerebro, hígado, intestino, sistema cardiaco y sistema renal, entre otros.
Varía entre individuos según el sexo, la edad, la composición corporal y los factores genéticos, siendo constante para cada persona. Se puede calcular a través de varias fórmulas, entre ellas la ecuación de Harris Benedict:
– Hombre: MB (kcal/día) = 66,4730 + (13,7516 x Peso kg) + (5,0033 x Talla cm) – (6,7550 x Edad años).
– Mujer: MB (kcal/día) = 655,0955 + (9,5634 x Peso kg) + (1,8496 x Talla cm) – (4,6756 x Edad años).
Las necesidades energéticas totales se incrementan con otras dos partidas:
a) efecto térmico de los alimentos (pequeña cantidad destinada al aprovechamiento de los alimentos)
b) gasto energético por actividad voluntaria. Este componente corresponde al incremento de energía sobre el MB que conlleva cualquier actividad que el individuo realice más allá del reposo. Es el componente de mayor interés para el tema que nos ocupa, dado su carácter voluntario y su alta y variable contribución a las demandas energéticas de la dieta, pudiendo llegar a representar del 20 al 60% del gasto energético total, además de los beneficios que su incremento entraña para la salud a diversos niveles.
La determinación del gasto energético total (GET) se calcula a partir del MB, multiplicado por un factor correspondiente a cada actividad realizada y teniendo en cuenta la duración de las distintas actividades a lo largo del día. En la tabla 1 se indica el coeficiente correspondiente a las diversas actividades agrupadas por aproximación.