🏋️♂️ Si te queda mucho, comparte. Porque ¿cuántas veces hemos preguntado, o escuchado, la típica pregunta de «¿te quedan muchas?«? Y la típica respuesta de la mayoría ha sido «Sí, acabo de empezar», o «Sí, me quedan muchas», dejándonos en parado o teniendo que cambiar de aparato por no enfriar.
Hay una escena que se repite en muchos gimnasios, especialmente en las grandes cadenas, franquicias y macrogimnasios: Un usuario ocupa una máquina durante largo rato. Otro se le acerca con educación y pregunta: —¿Te queda mucho? Y la respuesta, casi automática, es: —Sí, acabo de empezar. O peor aún: —Sí, me quedan muchas.
Y ahí empieza el juego del ego, del “esto es mío porque llegué antes”, como si el gimnasio fuera una extensión de su salón. Pero no lo es. Un gimnasio es un espacio compartido. Y aunque pagues tu cuota, no eres el dueño exclusivo de ninguna máquina. Todos lo somos. O ninguno.
🤝 Compartir no te quita fuerza. Te da respeto.
Lo más justo, lo más lógico, lo más humano… sería compartir. Hacer series alternas. Ceder el sitio mientras descansas. Tener un poco de empatía y recordar que todos estamos allí por lo mismo: mejorar, cuidarnos, avanzar.
🕰️ En los 90 no había cadenas. Había comunidad.
En mi época, allá por los 90, los gimnasios eran de barrio. Pequeños, humildes, con olor a hierro y a esfuerzo. Y aunque siempre aparecía el típico «cachitas chulito», lo que predominaba era el buen rollo, la camaradería, el respeto entre todos. Se compartía sin preguntar. Se ayudaba sin esperar. Porque el gimnasio era más que un sitio para entrenar: era una familia de sudor y superación.
💬 La cortesía y la consideración son tan importantes como levantar pesas.
Así que la próxima vez que alguien te pregunte si te queda mucho, piensa menos en tu ego y más en tu entorno. Compartir no te hace débil. Te hace grande.
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