Las palas se utilizan desde hace muchos años, como medio complementario para el perfeccionamiento y el entrenamiento de natación, considerándose una buena herramienta de ayuda para la mejora de la brazada.
Los argumentos que sustentan la justificación de su utilidad, se pueden concretar en dos aspectos relacionados con la acción propulsiva de los brazos:
-El efecto sobre la mejora de la ejecución técnica.
-El impacto en la mejora de la fuerza aplicada.
No obstante, una creciente corriente de opinión, desaconseja la utilización de las palas en el entrenamiento por los efectos lesivos de su uso indiscriminado, que se añaden a la comprometida estabilidad de la articulación del hombro durante la acción de brazos en el nado.
Otro aspecto, no menos importante, en el que se apoya la crítica al empleo de las palas como medio de entrenamiento, se centra en la variación que se produce en dos de los parámetros cinemáticos de la brazada: la frecuencia y la longitud.
En todo caso, los efectos de las palas durante el nado dependen fundamentalmente de las características de su diseño del tipo y modelo utilizado. Actualmente hay en el mercado una variadísima oferta de palas, entre las que cabe destacar ocho tipos (agrupados por la similitud de sus características):
Tipo 1:
Tipo 2:
Tipo 3:
Tipo 4:
Tipo 5:
Tipo 6:
Tipo 7:
Síntesis de tipos, modelos y características destacadas
Efecto de las palas sobre la mejora de la técnica de nado.
Uno de los puntos en los que el uso de las palas puede ayudar a mejorar la ejecución técnica es el de la percepción de la posición de la mano y el antebrazo durante la fase inicial de la tracción (palas de los tipos 1, 2 y 5):
La presión del agua contra la pala puede mejorar la percepción del ángulo utilizado en la colocación de las articulaciones del brazo, tanto en la entrada, como en el movimiento hacia delante y hacia abajo antes del agarre. No obstante, es necesario un cierto nivel de práctica en el uso de las palas para experimentar esta sensación, difícil de conseguir en las primeras sesiones. Un entrenamiento previo que incluya ejercicios de contraste para mejorar la colocación del antebrazo y su sensibilidad para aplicar fuerza (palas del tipo 6), junto con distintos movimientos de remedas en la fase inicial de la tracción (palas de los tipos 4 y 6), podría ayudar a acortar el tiempo necesario para mejorar la percepción de la posición correcta, conocida como “codo alto”.
Por otro lado, el nado con palas (tipos 1, 2 y 5) permite conseguir una mayor longitud de brazada, que aumenta cuanto mayor es su tamaño; y dado que la distancia por brazada se considera un buen indicador de la eficiencia y la velocidad de nado, parece aconsejable su uso como medio de entrenamiento.
No obstante, la frecuencia de brazada puede verse reducida en el nado con palas, con valores que pueden alcanzar hasta el 8% . Para evitar que tal reducción tenga un efecto negativo sobre la técnica de nado es imprescindible seleccionar adecuadamente el tamaño de las palas, de modo que se garantice una frecuencia de brazada que no disminuya más de un 5% sobre el valor conseguido en el nado sin palas. Este puede ser un buen criterio para tomar decisiones sobre el momento en el que se puede comenzar a utilizar palas de mayor tamaño.
Finalmente, los estudios sobre otras alteraciones cinemáticas de la brazada durante el nado con palas son contradictorios; algunos mencionan la aparición de asimetrías (movimientos desiguales de los brazos) durante la tracción y otros no han encontrado variaciones significativas en los índices de coordinación entre los brazos (generalmente referidos al intervalo de tiempo entre las fases propulsivas de ambos brazos, y expresados como porcentaje de la duración media del ciclo de brazada). En todo caso, dichos estudios se han llevado a cabo con esfuerzos máximos de entre 50 y 400 m., lo que dificulta la extrapolación de los resultados al ámbito de la práctica cotidiana del entrenamiento (intensidades submáximas y distancias mucho mayores).
Impacto de las palas sobre la mejora de la fuerza aplicada.
El uso de las palas convencionales (tipos 1 y 5) se fundamenta en la asunción de que si se le proporciona a la mano una mayor área de superficie, se mejorará su sensibilidad para percibir la presión contra el agua y se podrá aplicar mayor fuerza propulsiva. Diversos estudios han confirmado esta asunción, indicando que en el nado con palas se consigue un aumento del pico máximo de fuerza aplicada y un mayor tiempo de mantenimiento de este. Si bien, dichos valores de fuerza son muy inferiores a los que se registran en la simulación del nado fuera del agua (gomas, poleas, aparatos isocinéticos, etc.), siempre están por encima de los valores de fuerza aplicada durante el nado sin palas y se alcanzan con acciones propulsivas que son mucho más especificas que las que se realizan con los citados medios de entrenamiento de la fuerza en seco. Por tanto, puede argumentarse que las palas contribuyen a mejorar la fuerza específica de nado.
Además, la velocidad de nadado que se consigue con las palas pude alcanzar valores entorno al 2-3% por encima de los valores de velocidad de nado sin palas, lo que ayuda a experimentar e interiorizar sensaciones deseables, en relación con la fuerza aplicada y la velocidad de desplazamiento, algo que es imprescindible para mejorar el rendimiento competitivo.
Sin embargo el uso de las palas, especialmente las de mayor tamaño (tipos 1, 5 y 7) puede contribuir al aumento de la tensión soportada por los hombros durante el nado, circunstancia que se agrava cuando la ejecución técnica es incorrecta. En estos casos, es recomendable introducir progresivamente el empleo de las palas, comenzando con los tipos que ayudan a mejorar la posición adecuada de los segmentos y articulaciones de los brazos (tipos 3 y 6), hasta que se automatice el gesto técnico correcto.
Conclusión
Teniendo siempre presente el posible impacto negativo del uso de las palas en la técnica de nado y en la integridad articular del hombro, se puede considerar el empleo de este medio de entrenamiento como un valioso recurso de preparación.
Para que el entrenamiento con palas resulte eficaz, es imprescindible el control permanente de la ejecución técnica durante el nado. El registro periódico de la frecuencia de brazada y el uso del video para el análisis de la ejecución técnica son dos procedimientos de probada eficacia.
Artículo realizado por Oca Gaía.