El entrenamiento en altura está de moda. Son muchos los deportistas que se animan a mejorar su rendimiento en un contexto de baja concentración de oxígeno, aunque los expertos solo recomiendan esta práctica a los deportistas de élite. ¿Quieres saber por qué?
Cada vez que hay un evento deportivo de primer nivel se habla mucho en los medios de comunicación del entrenamiento en altura. Se trata de una práctica que cada día gana más adeptos en el mundo del deporte profesional. Y es que acudir a una zona de altura para entrenarse en un contexto de baja concentración de oxígeno, y así rendir mejor al volver al nivel del mar, está de moda entre los deportistas profesionales, sobre todo en aquellos deportes en los que la resistencia cobra una especial importancia.
Aunque no existe consenso en la comunidad científica sobre los beneficios de esta práctica, diversos estudios y los resultados cosechados por los deportistas que entrenan en altura parecen confirmar la idoneidad de estas sesiones de alto rendimiento. Pero si bien existen dudas sobre los beneficios que reporta, no ocurre lo mismo con sus riesgos, más que probados para el sistema cardiovascular y nervioso, por lo que los expertos sólo recomiendan este tipo de ejercitación para deportistas de élite.
Es muy importante que esta serie de entrenamientos esté planificada y seguida al detalle por un equipo de expertos, por lo que las personas que no cuenten con el asesoramiento de estos profesionales no deben someterse a estas sesiones si no quieren perjudicar tanto su nivel de forma como, lo que es más importante, su salud.
Cómo se practica el entrenamiento en altura
Generalmente, los deportistas de élite entrenan entre los 1.500 y los 2.500 metros de altura. El tiempo mínimo para que los efectos perduren es de una semana, y el máximo para garantizar un buen estado físico es de tres semanas.
Para realizar este entrenamiento hay que atravesar primero cuatro fases durante el periodo de aclimatación, ya que no se puede empezar a practicar deporte en estas altitudes de forma brusca.
En primer lugar, en una altura media, no se producen alteraciones físicas evidentes, aunque el cuerpo ya está empezando a acostumbrarse.
Después llega la acomodación, aumenta la ventilación pulmonar y el ritmo cardíaco.
La tercera fase consiste en episodios de euforia y depresión, que no deben durar mucho tiempo o se estaría hablando del mal de altura. Una vez superado, el ritmo cardiaco se normaliza y la aclimatación está completa.
Pueden iniciarse entonces las tablas de entrenamiento. En general, estas suelen ser menos intensas que a nivel del mar, ya que el esfuerzo al que está sometido el cuerpo humano es mayor y, por tanto, se incrementa la posibilidad de que se deteriore la salud con el sobreesfuerzo.
Por lo general, los expertos recomiendan vivir a una altura mayor y entrenar por debajo de esa cota, establecida entre los 2.400 y 2.800 metros. De esta forma, se logra que el organismo se acostumbre a la hipoxia y se puedan intensificar los entrenamientos en zonas más bajas. Sin embargo, otros deportistas de élite optan por el sistema contrario. Se alojan a una altitud suficiente para lograr la aclimatación, y después suben a cotas superiores para forzar el organismo.
Cómo funciona el entrenamiento en altura
Básicamente, la clave del entrenamiento en altura consiste en aumentar la resistencia del cuerpo humano acostumbrándolo a un entorno con poco oxígeno. El organismo reacciona produciendo más glóbulos rojos y así aumenta la resistencia del deportista cuando regresa al nivel del mar.
En esta práctica la genética juega un papel indiscutible, ya que, para que se produzcan estos cambios, la predisposición del cuerpo humano es clave. Salvo en casos muy concretos o después de estancias muy largas, los cambios en el organismo revierten en menos de una semana, de ahí la importancia de realizar estos entrenamientos justo antes de acudir a una cita deportiva. Por lo tanto, no sirve de nada planificar un entrenamiento en altura al principio de una pretemporada cualquiera, puesto que sus beneficios son a corto plazo y deben amoldarse al ritmo competitivo del profesional.
Quienes demuestran más resistencia a la producción de glóbulos rojos para compensar la falta de oxígeno necesitan subir a cotas más altas para lograr los mismos beneficios, pero aumentando también los riesgos para la salud. Por lo tanto, es imprescindible un estudio médico exhaustivo previo y un control médico prolongado, algo de lo que sí disponen los deportistas de élite, que están muy controlados, tanto por sus propios clubes como por las asociaciones.