La Dieta del Agua

Hay diferentes versiones de esta dieta pero todas tienen en común al aumento en el consumo de agua diario. No existe unanimidad a la hora de establecer cuál es el consumo básico de agua por persona y día, pero lo cierto es que es un elemento sin el que no podemos subsistir. No consumir suficiente líquido puede llegar a ser peligroso para nuestra salud. Da lugar a deshidrataciones, que pueden provocar fatiga y cansancio, por ello suelen recomendar tomar unos dos litros de agua diarios.

El agua es un producto sin calorías, que facilita la digestión y evita el estreñimiento, ayuda a regular la temperatura del cuerpo y gracias a su capacidad hidratante, consigue que la piel mantenga su belleza natural.

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La dieta del agua

Como ya hemos comentado, no hay una sola versión de la dieta del agua, de hecho hay dos. La más extrema se basa en el consumo de este líquido durante varios días. En exclusiva. Tras pasar varias jornadas sin consumir nada más, se pueden incluir algunas frutas y verduras.

Evidentemente se adelgaza, pero a costa de poner en riesgo la salud, es una forma muy peligrosa de perder peso. Además es muy contraproducente, la mayor parte de lo que se pierde durante el ayuno se recupera en cuanto volvemos a comer con normalidad.

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Comenzar una dieta de este tipo está completamente desaconsejado, ningún médico recomendaría no ingerir nada durante días. Además es una dieta que no podría alargarse en el tiempo, una de las características de las dietas milagro.

Una vez que ha quedado claro que esta no es una forma eficiente y saludable de perder peso, merece la pena señalar cuál es la otra manera de llevar a la práctica la conocida como dieta del agua.

Esta segunda versión se basa en un aumento del consumo de agua, pero más que en cuánto, hace hincapié en cuándo tomarla: antes de las comidas.

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Por ejemplo, antes de sentarnos a la mesa, recomienda tomar dos vasos de agua. Con esto lo que se pretende es crear una sensación de saciedad para limitar la ingesta de otros alimentos, evitando así comer en exceso.

Hay que tomar agua antes del desayuno, de la comida y de la cena, así como también a lo largo del día y antes de acostarnos. Se puede tomar sola o con un poquito de limón o pepino para darle sabor.

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En definitiva, lo que plantea es un cambio de hábitos para beber más agua. Además se recomienda acompañar este cambio con una dieta equilibrada y de ejercicio físico. Y por supuesto, consultar con un experto si queremos mejorar nuestra composición corporal.

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