Este artículo tiene la intención de facilitar algunos consejos útiles en la prevención y control de la hipertensión arterial, destacando la importancia de determinados hábitos de vida.
Tener hipertensión arterial significa presentar de forma mantenida cifras de presión arterial por encima de los valores normales. Su importancia radica en el riesgo para la salud que ello supone y en el gran número de personas que la parecen.
Antes de comentar las características más destacadas de la hipertensión conviene explicar que es la presión arterial.
La presión arterial es la relación que existe entre la fuerza con que circula la sangre por el organismo impulsada por el corazón y el diámetro de las arterias por las que se desplaza. Es diferente para cada persona y varia en la misma persona a lo largo del día en función sobre todo del grado de actividad física o mental. También se modifica con la edad, siendo más baja en los niños y adolescentes que en los adultos.
Se sabe con seguridad que las personas que tiene la presión alta padecen más frecuentemente arteriosclerosis y enfermedades de tipo cardiovascular y aunque no existe una línea divisoria claramente establecida que nos diga a partir de que cifras de presión arterial es mayor el peligro, la relación se hace más evidente cuando las cifras de presión arterial son iguales o superiores a 140 milímetros de mercurio (mm Hg. ) de presión arterial sistólica o máxima o 90 mm Hg. De presión diastólica o mínima. Los niveles que convencionalmente se aceptan como limite superior de la normalidad para la población adulta son 140/90 mm Hg.
Por encima de dichas cifras se habla de hipertensión arterial y se recomienda iniciar medidas terapéuticas, de las que nos ocuparemos más adelante.
No se conoce una causa especifica del por qué aparece hipertensión arterial en ciertos individuos, pero existen datos que lo relacionan con una serie de factores, algunos de tipo constitucional como la herencia genética, el sexo o la raza y otros de tipo ambiental, como ciertos hábitos de vida y de alimentación.
Sobre los primeros lógicamente no podemos actuar, mientras que si podemos modificar los segundos, cuando existen. Estos los más importantes son la obesidad, el exceso de consumo de sal, el exceso de ingesta de alcohol o la vida sedentaria.
La modificación de dichos factores puede constituir una forma de prevenir la aparición de hipertensión arterial.
Aunque es menos frecuente, a veces la hipertensión se desarrolla en el curso de otras enfermedades, sobre todo aquellas que afectan a los riñones.
Otra causa de hipertensión es la toma de algunos medicamentos como corticoides, antiinflamatorios o las píldoras anticonceptivas. La conveniencia o no de seguir tomando estos medicamentos es una decisión que incumbe al médico.
Tener la presión alta no tiene por que dar lugar a ningún tipo de síntomas, lo que quiere decir que el daño que origina aparece la mayoría de las veces de forma silenciosa. Por ello es conveniente que todas las personas conozcan cuales son sus cifras tensionales.
El diagnóstico se hace a través de la toma de la presión con un esfigmomanómetro, pero no basta con que una sola medida de la presión sea alta para considerar que existe hipertensión arterial, sino que el médico debe valorar el promedio de varias determinaciones efectuadas en días diferentes. Si se llega a este diagnóstico, el médico iniciará según su criterio, las medidas oportunAs para su normalización.
Son numerosas las personas que tienen la presión arterial elevada, dándose con mayor frecuencia en caso de edad avanzada. En nuestro país se calcula que más del 20 por ciento de la población adulta padece hipertensión arterial, lo que unIdo a sus posibles complicaciones nos da idea de la gran importancia de su detección y control.
Se calcula que una persona con la presión arterial alta tiene tres veces más posibilidades de desarrollar una enfermedad coronaria, que puede ser un infarto de miocardio, seis veces de desarrollar insuficiencia cardiaca y siete veces de presentar un accidente vascular cerebral el cual puede dar lugar a severas secuelas neurológicas como parálisis o déficit de las funciones intelectuales.
En el tratamiento de la hipertensión se utilizan dos tipos de medidas terapéuticas; unas son de tipo dietético y de modificación de los hábitos de vida y otras medicamentosas. Las primeras se deben aplicar a todos los hipertensos y son las mismas que sirven para la prevención. Si con ellas no se consigue normalizar las cifras tensionales, el médico añade determinados medicamentos en función de las características de cada individuo.
En primer lugar vamos a describir cuales son las medidas más importantes de tipo dietético y de modificación de los hábitos de vida en el tratamiento de la hipertensión.
1º Disminución de la ingesta de sal en alimentos y bebidas:
Cuanto mayor es la cantidad de sal que se consume mayor posibilidad existen de que aparezca hipertensión, por ello es lógico que unas de las primeras medidas del tratamiento sea restringir la ingesta de sal. Lo cierto es que aquellas personas o grupos de población que no utilizan sal y realizan una dieta con alimentos pobres en sodio no suelen desarrollar hipertensión.
El cloruro sódico es imprescindible para el organismo, pero los propios alimentos ya lo contienen en cantidades suficientes por lo que el hecho de no añadir sal a la comida no tiene ninguna consecuencia negativa. Actualmente lo que se aconseja como dieta sin sal para el tratamiento de la hipertensión consiste en no añadir sal a las comidas durante su preparación o una vez servidas y evitar todos aquellos productos cuyo contenido en sodio es muy elevado.
Curiosamente, esta medida que a muchas personas les parece de gran sacrificio, cuando se sigue durante unas semanas hace redescubrir el sabor de los alimentos naturales y se tolera con facilidad.
Una de las formas por las que ingresa el sodio en el organismo es a través de las bebidas. La leche, los refrescos y también las aguas minerales contienen diferentes cantidades de sodio en disolución.
2º Reducción del exceso de peso:
La obesidad está directamente relacionada con la hipertensión y la reducción del exceso de peso hace disminuir las cifras de presión. La obesidad es en si misma también es un factor predisponente para otras enfermedades sobre todo de tipo cardiovascular y metabólico, y por lo que no cabe duda que debe ser combatida.
La principal medida para ello es una dieta adecuada al exceso de peso del individuo, que se calcula mediante tablas o índices que relacionan el peso con la altura teniendo también en cuenta la constitución de cada uno.
La elección de la dieta indicada en cada caso lo debe hacer el médico o dietista, en general se basa en una reducción de la cantidad de calorías, manteniendo el aporte necesario de principios inmediatos, vitaminas y otros elementos.
Existen unas normas generales en cuanto a la alimentación a tener en cuenta por todas las personas que tienen la presión alta y que consiste en lo siguiente:
a) Tomar alimentos naturales y variados con formas de preparación sencillas. Las
verduras, legumbres y frutas están especialmente aconsejadas.
b) Limitar el consumo excesivo de grasas de tipo saturado, contenidas
fundamentalmente en la parte grasa de las carnes, tocino y embutidos, así como en los derivados lácteos de leche entera.
c) Evitar la toma de excesivas cantidades de alcohol, siendo aceptable la toma de
un vaso pequeño de vino con las comidas o su equivalente en cerveza.
d) El pescado ofrece la ventaja en relación a la carne de su mayor contenido en
grasas no saturadas más beneficiosas en los hipertensos.
e) Evitar los alimentos preparados como pizza, hamburguesas, sopas o
concentrados, alimentos en conserva o salazones, así como aperitivos preparados comercialmente como patatas fritas, cacahuetes, etc., dado su alto contenido en sodio.
f) Ajustar las cantidades de comida a las necesidades de cada uno, edad, actividad
física y peso corporal.
3º Practicar ejercicio físico de forma regular:
Esta medida tiene efectos positivos por varios motivos, ya que no solamente hace disminuir las cifras de presión arterial, sino que además ayuda a controlar el peso y ejerce importantes acciones beneficiosas sobre el estado circulatorio y el sistema nervioso.
Hacer ejercicio no tiene por que suponer practicar ningún deporte, ni recurrir a instalaciones especiales, aunque ambas cosas pueden ser útiles. Uno de los mejores ejercicios es el caminar, sobre todo a paso rápido según las posibilidades individuales, bastando simplemente hacerlo entre media y una hora diaria para que tenga efectos beneficiosos apreciables.
En caso de practicarse algún tipo de deporte es conveniente que sea bajo la supervisión de un profesional, el cual le confeccionara un programa de entreno y dieta adaptado a sus necesidades.
4º Evitar el estrés y eliminar el hábito del tabaco:
Todas las técnicas y modificaciones del estilo de vida que tiendan a disminuir el estrés, son útiles para el hipertenso, y entre las cuales la más importante es realizar deporte regularmente tres o cuatro veces por semana.
El tabaco es altamente nocivo para la salud en cualquier persona, pero más si cabe en el individuo hipertenso, en el que multiplica el riesgo de padecer complicaciones cardiovasculares.
CLASIFICACIÓN DE LAS CIFRAS DE PRESIÓN ARTERIAL EN ADULTOS:
Valores normales:
Menos de 140 mm Hg. de presión sistólica.
Menos de 90 mm Hg. de presión diastólica.
Hipertensión ligera:
Entre 90 y 104 mm Hg. de presión diastólica.
Hipertensión moderada:
Entre 105 y 114 mm Hg. de presión diastólica.
Hipertensión Severa:
Superior a 114 mm Hg. de presión diastólica.
Hipertensión sistólica limite:
Entre 140 y 159 mm Hg. de presión sistólica.