A día de hoy están muy de moda las dietas proteicas o hiperproteicas (cetónicas o de choque), tanto a nivel popular (de gente de a pie) como en deportistas, modelos/famosos, etc, con vistas a reducir el % graso, volumen corporal y/o peso corporal de forma rápida. ¿Funcionan? Sí, pero con sus consecuencias.
Las dietas Hiperproteicas parecen tener una fórmula mágica para adelgazar sin pasar hambre, todas éstas dietas se basan en creencias populares y conducen a un modelo alimentario desequilibrado, el cual puede llegar a provocar graves repercusiones en la salud, e incluso a medio plazo a recuperar (y con extras) todo lo que hayamos perdido.
Se puede afirmar que todos los modelos alimentarios que surgen durante la primavera-verano (fundamentalmente) tienen en común la utilización errónea de alimentos (abuso de proteína, exceso de grasas, insuficiente aporte de hidratos de carbono, etc.), lo que conduce a desequilibrios en el organismo con repercusiones más o menos graves para la salud de quienes las llevan a la práctica. Sobre todo las dietas Hiperproteicas, que consisten en la ingesta abusiva de alimentos proteicos con ausencia total o parcial de hidratos de carbono y grasas.
Existen diferentes modelos dietéticos, algunas con nombre propio, como la Dieta del doctor Atkins, la dieta Dukan, el régimen disociado de Montignac, el ayuno proteico, etc.
Todas coinciden en prometer resultados rápidos basándose en el metabolismo cetogénico. Este metabolismo se activa ante la falta de Hidratos de Carbono (Carbohidratos), lo cual produce cuerpos cetónicos en el organismo (cetosis), ya que el organismo se adapta a la situación y utiliza las grasas como sustrato energético con el fin de preservar la degradación de proteína muscular y visceral. La cetosis conduce a la pérdida del apetito y náuseas, otra manera en que los seguidores de las dietas hiperproteicas logran perder peso con rapidez. Es característico un aliento y una orina con olor pronunciado (muchos lo asociamos con el olor al amoníaco) debido a que se eliminan por estas vías pequeñas cantidades de acetona. El exceso de producción de cuerpos cetónicos produciría un aumento de la acidez orgánica, por lo que el riñón rápidamente comienza a producir iones amonio para neutralizarla. Si no se diese esta reacción, se podría originar una cetoacidosis grave, acompañada de grandes pérdidas de sodio y potasio, con consecuencias cardiacas serias e incluso mortales.
A FAVOR
En el caso de las personas que odian las verduras y son amantes de la carne vacuna, pueden realizar una dieta a corto plazo con un reducido contenido de hidratos de carbono, ya que ven disminuido su apetito.
Un estudio publicado, en mayo de 2003, en la revista The New England Journal of Medicine comparó la dieta de Atkins con una dieta reducida en grasas y calorías. Los investigadores observaron que ambas dietas permitían el descenso de peso. Pero el estudio también reveló que aquellas personas que seguían la dieta de Atkins:
1. Perdían peso con mayor rapidez los primeros 6 meses, pero pasado un año las diferencias no eran significativas.
2. Mejoraron sus niveles de colesterol bueno (HDL, por sus siglas en inglés) y de triglicéridos.
EN CONTRA
Al no aportar hidratos de carbono, no se recomiendan en personas con un intenso desgaste físico y muscular, ya que no aportan glúcidos, que son el combustible para el músculo, y puede haber riesgos de hipoglucemias y desvanecimientos durante la práctica deportiva.
Comer grandes cantidades de alimentos animales ricos en grasa durante mucho tiempo aumenta el riesgo de padecer enfermedades coronarias, derrames cerebrales y diversos tipos de cáncer.
El estreñimiento y las hemorroides son un problema habitual cuando se llevan a cabo este tipo de dietas, debido a la baja ingesta de vegetales y cereales, que son los alimentos que contienen fibra.
El efecto yo-yo es inevitable, ya que en cuanto se abandonan estas dietas el paciente no ha adquirido nuevos hábitos alimentarios, que son la clave para mantener el peso estable, una vez se ha finalizado la dieta.
La tasa de abandono en este tipo de dietas es similar a las dietas hipocalóricas bajas en grasa, según el estudio publicado en mayo de 2003, en la revista The New England Journal of Medicine.
Aunque el paciente se sienta a gusto con los alimentos que integran las dietas hiperproteicas, las posibilidades de elegir qué comer siguen siendo limitadas y las opciones se vuelven menos tentadoras con el paso del tiempo. Por otro lado, los críticos de las dietas hiperproteicas plantean que su uso prolongado puede disminuir riesgosamente las reservas de minerales del organismo, lo que puede diminuir la densidad mineral ósea.
Los riesgos a largo plazo de estos programas alimentarios todavía no han sido determinados, y existe cierto grado de preocupación en la comunidad médica sobre la salud cardiovascular.
Además, los alimentos excluidos o restringidos por estas dietas -los cereales, los vegetales y las frutas- contienen vitaminas, minerales que son nutrientes esenciales y ayudan a reducir el riesgo de diabetes, enfermedad cardíaca y cáncer.