Esta pregunta no es fácil de responder. El problema de la actividad deportiva en relación con el sistema inmunológico estriba en el hecho de que el ejercicio y el deporte pueden producir una mejoría o un empeoramiento dependiendo de cómo se lleve a cabo.
Regla general:
Todo tipo de sobreesfuerzo individual a causa de la actividad deportiva debilita temporalmente el sistema inmunológico. Las infecciones ya existentes, con el resfriado, la tos o la gripe, no se eliminan con esfuerzos deportivos adicionales, sino que sufren una influencia negativa. Se puede producir un agravamiento y una recaída.
Para fortalecer el sistema inmunológico han demostrado ser especialmente adecuados los deportes de resistencia de intensidad media. Practicar walking, jogging, excursionismo, natación, ciclismo o esquí de fondo aumentan el número y mejoran la función de los anticuerpos, siempre y cuando el deporte se adecue a las necesidades individuales y se practique en grado suficiente. Gracias a ellos se producen unos mecanismos de adaptación inmediatos y a largo plazo, así como modificaciones en el sistema inmunológico. Por ejemplo, una hora de ciclismo moderado influye directamente sobre los neutrófilos, un componente de los leucocitos, su capacidad para destruir las bacterias aumenta. Este efecto se mantiene hasta seis horas después de terminado el esfuerzo. Un entrenamiento de carrera regular produce a largo plazo un incremento del número de diferentes anticuerpos. Se logra una optimización de los mecanismos de defensa, ya sea gracias al trabajo de destrucción de los macrófagos, a la estimulación de los linfocitos o al aumento de la capacidad de reacción inmediata de los anticuerpos, lo cual permite evitar posibles infecciones y enfermedades.
Las actividades físicas mejoran la regulación del calor corporal. La persona que mantiene una actividad deportiva aprende a reaccionar mejor a los cambios de temperatura por medio del sudor y el enfriamiento. Con ello evita sufrir infecciones banales. La persona que practica deporte con regularidad está más “endurecida” y es menos propensa a sufrir resfriados. En resumen, se ha podido comprobar que un deporte de resistencia practicado con diversión y moderación refuerza las defensas psíquicas y físicas. El eustrés (estrés bueno) es necesario para que la persona quede a resguardo de las infecciones y probablemente del cáncer. El ejercicio y el deporte son los medios ideales para mejorar la salud física y mental.